Meditaciones del cotidiano
Meditaciones del cotidiano
Hace poco comencé un curso que consta en la formación de promotores de inclusión. Parece un poco difícil de comprender el título. Pero en realidad se trata simplemente de un taller para despertar la empatía y la actitud adecuada ante la diversidad. En las primeras clases, comenzamos a abordar el concepto de discapacidad. Una palabra poco recurrente en los medios de comunicación, generalmente se la intenta eliminar de los titulares o suplantar por frases como “personas especiales” “capacidades diferentes” etc. De esta forma transformamos la palabra discapacidad en algo que suena más estético. En el curso, me han demostrado que la manera adecuada de pronunciarlo, en los medios y en la vida, es discapacidad o situación de discapacidad. Como periodista, me consta de haber cometido alguna vez este error. Sin embargo, siempre me sentí incómoda con la denominación “personas especiales”. Además, sé bien de lo que estoy hablando, porque en mi familia lo vivimos. Y se trata de situaciones de discapacidad, situaciones que de hecho en ocasiones se han ido superando, para nuestra suerte. Pero no todos los niños o mayores tienen esta oportunidad, y no todos cuentan con el apoyo suficiente, es por ello que, para hablar de este tema, hay que profundizar en el concepto y en la realidad. Nombrarlo como hay que nombrarlo, para ser parte del cambio.
L’Ordre des Choses
Existen palabras tímidas, que no alcanzan el sentido que se pretende. El lenguaje suele detenernos en el espacio, ¿cómo es posible la conexión entre las palabras y las cosas? ¿Es necesario adentrar la definición de habla en esta columna?
Sin adentrarnos demasiado en esto, aunque sea crucial. Si hablamos de periodismo, hay palabras que nos permiten describir la información de una forma más imaginativa.
Hay errores más graves que pronunciar mal una palabra en la televisión o que escribirla mal ortográficamente. Errores que se comentan usualmente cuando hablamos de un otro, por ejemplo, las despersonalizaciones. Hacernos los extraños, como si los hechos ocurriesen fuera de nosotros, es para mí de los errores más graves de quienes trabajamos en los medios. Si bien hay que ser objetivos, eso no puede impedir que abordemos ciertos hechos, como problemas sociales en los que también estamos involucrados. Los que requieren de una empatía del habla y si es posible de la acción. Ocurre cuando hablamos de suicidio, generalmente se aborda desde el amarillismo y de la incredulidad. Como si ocurriese de sorpresa. Cuando ocurre; los medios titulan “se suicidó” cuando lo correcto (según un artículo específico del tema) es: murió por suicidio.